La figura del diablo se ha representado a lo largo del tiempo de múltiples formas, incluso muchos, en algún momento, le hemos llegado a poner rostro pero después de un minucioso estudio – esta es la causa de varios días sin escribir – he descubierto su nombre, profesión y, lo mejor, le hemos puesto rostro:
La figura del diablo se ha representado a lo largo del tiempo de múltiples formas, incluso muchos, en algún momento, le hemos llegado a poner rostro pero después de un minucioso estudio – esta es la causa de varios días sin escribir – he descubierto su nombre, profesión y, lo mejor, le hemos puesto rostro:
Se llamaba Luis Antonio de los Arcos y fue un mediocre escultor.
Esta imagen forma parte de la escultura en madera policromada”El arcángel San Miguel con el diablo a sus pies” de Luisa Roldán.
Luisa Roldán (1652 – 1704), “La Roldana“, fue una de las principales figuras de la escultura religiosa del Barroco de finales del siglo XVII y principios del XVIII. Su maestro fue su padre, Pedro Roldán, que dirigía uno de los mejores talleres de Sevilla. Consiguió llegar a ser escultora de cámara de Carlos II y Felipe V. Su vida fue un mundo de luces, en lo profesional, y de sombras, en lo familiar.
Se enamoró de Luis Antonio de los Arcos, aprendiz en el taller de su padre, y volvió a demostrar su carácter al casarse en contra de la voluntad de su padre. Casados ya, Luis Antonio demostró toda su valía: escultor de feria, pendenciero, borracho, derrochador, mantenido… “una joya”.
En 1692, recibe el encargo de Felipe V de la obra “el Arcángel San Miguel con el diablo a sus pies” para la decoración del Monasterio de San Lorenzo del Escorial donde hoy se puede contemplar. La genial escultora decide “ponerles cara a los protagonistas de su obra”, representa a San Miguel con su cara y le pone el rostro de su marido al diablo.
El recuerdo de su marido ha quedado como la representación del diablo.
Imagen: El rincón de la cultura gaditana