Os dejo cinco anécdotas que me gustan. Alguna la he citado en otra ocasión. Que cada uno extraiga sus propias conclusiones.
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Se cuenta que en una ocasión el presidente de los Estados Unidos, Barak Obama, salió a cenar con su esposa Michelle y decidieron dirigirse a un restaurante no tan lujoso como los habituales, ya que aquella noche querían hacer algo diferente y salir de la rutina. Estando sentados a la mesa del establecimiento, el propietario se aproximó adonde se encontraban y pidió por favor a los guardaespaldas que le permitieran acercarse para saludar a la esposa del presidente. Y así lo hizo. Al retirarse el dueño del establecimiento, Obama le preguntó a Michelle:
– ¿Cuál ha sido el interés de ese hombre en saludarte?
Su esposa le respondió:
– En mi adolescencia ese hombre estuvo muy enamorado de mí durante mucho tiempo.
El presidente le dice:
– ¡Ah, eso quiere decir que si tú te hubieras casado con él, hoy serías la dueña de este restaurante!
Michelle le refutó:
– No, cariño... Si yo me hubiera casado con ese hombre, ¡él sería hoy el presidente de los Estados Unidos de América!
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Cuentan que en una ocasión, en un debate en el Parlamento, a Winston Churchill una diputada le dijo:
– Señor, usted esta borracho [al parecer lo estaba].
Churchill no se amilanó y contestó:
– Y Usted Señora es fea, pero a mí mañana la borrachera se me habrá pasado.
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Cuentan que en cierta ocasión, un colaborador de Lenin le dijo:
– En realidad lo que dice no es así.
A lo que Lenin contestó:
– Entonces es la realidad la que se equivoca.
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Un paciente le dice al médico:
– ¿Doctor cómo adelgazaré?
El doctor contesta:
– Mueva la cabeza de izquierda a derecha y de derecha a izquierda.
– ¿Cuántas veces doctor?
– Todas las que le ofrezcan comida.
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Comenta un directivo a otro:
– Estoy intranquilo, porque desde que el Director General acudió al curso de liderazgo, la empresa va mucho mejor.
Su interlocutor, algo sorprendido, replica:
– ¿Qué te preocupa?
Y el primero concluye:
– Que acabo ayer y hoy vuelve, concluye el primero.
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